miércoles, 16 de marzo de 2011

Victoria Kent



Nació en Málaga, el 3 de Marzo de 1898. Fue abogada y política republicana española.
En una época en la que las mujeres apenas tenían intervención en la vida pública española, Victoria comenzó a romper las barreras al estudiar Derecho en la Universidad de Madrid, hacerse abogada (fue la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid en 1924, en plena dictadura de Primo de Rivera) y asumir la defensa de Álvaro de Albornoz ante el Tribunal Supremo de Guerra que le juzgó en 1930 por firmar un manifiesto republicano (fue la primera mujer del mundo que ejerció como abogada ante un tribunal militar).
Tras proclamarse la Segunda República, se presentó a las elecciones por el Partido Radical Socialista y obtuvo un escaño de diputada en las Cortes constituyentes. El gobierno de Azaña le nombró directora general de Prisiones, cargo desde el cual introdujo reformas para humanizar el sistema penitenciario: mejora de la alimentación de los reclusos, libertad de culto en las prisiones, ampliación de los permisos por razones familiares, creación de un cuerpo femenino de funcionarias de prisiones.
Paradójicamente, a pesar de sus convicciones democráticas y feministas, Victoria Kent se opuso a la concesión del derecho de voto a las mujeres, pues creía que lo emplearían en un sentido conservador y sostuvo una polémica al respecto con otra representante feminista en las Cortes republicanas, Clara Campoamor. Esto le acarreó cierta impopularidad, no obteniendo acta de diputada en las elecciones del 19 de noviembre de 1933. Al año siguiente abandonó la Dirección General de Prisiones.
Durante la guerra civil se hizo cargo de la creación de refugios para niños y de las guarderías infantiles. El gobierno de la República la envió a Francia como Primera Secretaria de la embajada republicana en París, para que se encargara de las evacuaciones de los niños.
Permaneció en Francia hasta el final de la guerra, a cuyo término colaboró en la salida de los refugiados españoles hacia América. Sin embargo, no pudo seguir el mismo camino y fue sorprendida por la invasión nazi. Se refugió en la embajada mexicana, donde permaneció refugiada durante un año, al estar su nombre en la lista negra entregada por la policía de la dictadura militar franquista al gobierno colaboracionista de Vichy. La Cruz Roja le proporcionó un apartamento cerca del Bois de Boulogne, donde vivió hasta la liberación con una identidad falsa: la de madame Duval. En este tiempo en la capital francesa escribió "Cuatro años en París", novela autobiográfica narrada en tercera persona cuyo protagonista, Plácido, es un alter ego de la autora.
En 1948 se marchó a México, donde dio clases de Derecho Penal en la Universidad, fundando la Escuela de Capacitación para el Personal de Prisiones, de la que fue directora durante dos años. Llamada por la ONU, en 1949 viajó a Nueva York para colaborar en la Sección de Defensa Social, con el encargo de estudiar el lamentable estado de las cárceles de Iberoamérica, cargo que abandonó poco después por ser excesivamente burocrático. En Nueva York fundó y dirigió la revista Ibérica desde 1954 a 1974, en la que publicaba las noticias llegadas desde España para los exiliados republicanos en Estados Unidos Aunque viajó a España en 1977, volvió a Nueva York, donde pasó el resto de sus días hasta su muerte en 1987.

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